RESUMEN
PROBLEMAS
SOCIALES
La
devoción religiosa se convirtió en el incentivo más poderoso para la
benevolencia y la caridad. La caridad era muy apoyada por las persona porque querian sentirse parte de dios y recibir su gracia y sentirse que hacian una buena obra.
Los
primeros cristianos se ayudaban mutuamente a enfrentarse a la pobreza y a la
persecución, pero la iglesia medieval confió en la administración de la caridad
de los obispos, a los sacerdotes locales y a los diáconos. Con la creciente
influencia de la iglesia y la aceptación del cristianismo como religión de
estado, se establecieron instituciones para los pobres monasterios,
instituciones que servían como orfelinatos, como asilos para los ancianos, para
los enfermos y los inválidos, así como refugio para la gente sin hogar.
Las
viejas instituciones eclesiásticas en las que se brindaba caridad fueron
parcialmente sustituidas por los hospitales que atendían a las personas
ancianas y enfermas, a los huérfanos, a los niños abandonados y a las mujeres
embarazadas. Se convirtieron en la principal agente de la caridad medieval. Los
hospitales se fundaron con la ayuda de los donativos hecho por los reyes, los
duques y los miembros de la aristocracia. Solo algunos de los desamparados
encontraron protección y refugio en estas instituciones, muchos mendigos
vagabundos continuaron deambulando por los caminos y se convirtieron en una plaga contra la cual no pudieron hacer
nada los gobiernos locales ni los estatales.
Otro
conflicto surgió a causa de la mala administración de las instituciones
eclesiásticas y de los hospitales, así como de la malversación de los fondos
destinados a ellos, que dieron como resultado el que se hicieran críticas, se
establecieron medidas de control y grupos de inspección manejados por los
estados.
Todavía
más violento llego a ser el conflicto entre la Iglesia y el Estado en el siglo
VXI, durante el periodo de la reforma. En Alemania, Martin Lutero pidió, en una
alocución publica que tituló: "Llamado a la Nobleza Cristiana de la Nación
Alemana"(1520), a los principales que prohibieran la mendicidad y que
organizan en todas las parroquias un "fondo común" para reunir el
dinero, la comida y la ropa destinados a socorres a los necesitados.
Juan
Luis Vives propuso dividir la ciudad en barrios parroquiales, asignando dos
senadores con un secretario a cada barrio, para que investigaran las
condiciones sociales de toda la familia indigente, y para proporcionar ayuda
por medio de la preparación vocacional, o para los oficios, el empleo y la
rehabilitación, en lugar de la acostumbrada distribución de limosnas. Para los
ancianos y los desocupados Vives pidió que se les internara en un hospital
(asilo). Pasaron dos siglo y medio para que los métodos de Vives fueran
llevados a la práctica. La ciudad fue dividida en sesenta barrios, cada barrio tenía
aproximadamente el mismo número de familias pobres.
El
reformador más importante de las obras de caridad de la Iglesia Católica fue el
Padre Vicente de Paul, en Francia, que vivió durante el siglo XVII. Después de
compartir vario años el destino de los más desamparados, escapo y consagro
entonces su vida a mejorar las obras de caridad, especialmente para los
prisioneros y sus familias, los huérfanos, los hijos ilegítimos, los enfermos y
los hambrientos.
LAS
PRIMERAS OBRAS DE CARIDAD EN INGLATERRA
En
la Inglaterra medieval el cuidado de los pobres era una actividad de la
iglesia. Dar limosnas a los desamparados, los ciegos y los cojos era un deber
religioso, y un medio de salvación de la amenaza del castigo divino después de
la muerte. Al iniciarse el siglo XIV se empezó a distinguir entre dos tipos de
pobres: el cojo, el anciano, el enfermo, el niño y la mujer embarazada. Para el
cuidado de los pobres, la iglesia destinaba de un cuarto a un tercio de las
dadivas y limosnas que recolectan entre sus feligreses. La ayuda a los
desamparados fue primero distribuida por el sacerdote de la parroquia, es
auxiliado por los diáconos y sacristanes.
La
emancipación del trabajador rural, que dejo de ser ciervo de las grandes
haciendas, creo nuevos problemas. Antiguamente, el ciervo y su familia eran
vestidos y alimentados por el señor de la tierra, y la señora cuidaba a los
ancianos y a los enfermos. La emancipación dio l trabajador y a su familia la
libertad para ir de un lado a otro; pero lo privo de su antigua seguridad. En épocas
de desempleo, de enfermedad, de ancianidad, o de invalidez, se veía obligado a
mendigar. Al iniciarse la revolución industrial, la elaboración de la lana ofreció
nuevas oportunidades a la clase trabajadora, pero los trabajadores residentes
fueron los primeros contratados.
La
primera ley que se promulgo en Inglaterra acerca de los pobres fue originada
por una catástrofe nacional. En 1348 la plaga, o la “peste negra”, que llego
Levante en barcos que llevaban ratas infectadas, mato a dos terceras partes de
toda la población inglesa en solo dos años. Causo una grave escasez de mano de
obra en las haciendas y provoco un ascenso vertical en los salarios.
En 1601 la ley decia que una persona pobre no podria registrarse en la caridad si sus parientes podrian mantenerla.
EL TRABAJO INFANTIL Y LA
LEGISLACION FABRIL
Los niños sin familia eran puestos a trabajar
bajo el dominio de artesanos, o en el duro trabajo impuesto en los asilos. El desarrollo
de las fábricas textiles en el siglo XIX, sin embargo, ofreció una oportunidad
sin precedentes para emplear en sus labores a los niños de los asilos.
El
día típico de un niño pobre alquilado a una fábrica textil era el siguiente:
los niños eran obligados a levantarse a las cuatro o las cinco de la madrugada.
Los más pequeños tenían que recoger el desperdicio de algodón que caía al
suelo, y en esto trabajaban todo el día. Los niños de 6 o 7 años eran puestos
frente a la rueda de hilar, donde sus dedos pequeños, hábiles y flexibles, podían
ensartar la hebra con más rapidez que los adultos. Los niños generalmente disponían
de media hora para un frugal desayuno y de una hora para un almuerzo de calidad
similar.
El
primer paso que se dio para la protección de estos niños correspondió a la Ley
de Sanidad y de Moralidad de 1802, aprobada por iniciativa de Sir Robert Peel, quien
se oponía a que se emplearan niños en el trabajo de las fábricas textiles. Esta
ley de 1802 redujo las horas de trabajo de los “aprendices indigentes” a solo
12 horas al día, y prohibió el trabajo nocturno para los niños.